sábado, 29 de noviembre de 2008

George Sand y Chopin


A veces me gustaría volver al pasado, a los tiempos en que sólo se escribían cartas. A 1839, cuando Chopin vivía con George Sand en la Cartuja de Valldemosa.
Una carta sencilla, manuscrita. Un ligero aroma a perfume. El papel grueso, color crema. La sensación de misterio al abrirla.

"Porqué viajar cuando no sé está obligado a hacerlo?", escribía George Sand.
"Es que no se trata tanto de viajar como de partir. Quién de nosotros no tiene algún dolor que olvidar o algún yugo que sacudir?"

Ahora las cartas son on-line.

Cita de "Un hiver a Majorque", "Un invierno en Mallorca" de George Sand

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las cosas que tenemos y perdemos


He perdido uno de mis poemarios favoritos. "Perdido" se refiere en realidad a "no encontrar", "desaparecer", "esfumarse". Es un poemario de Bernardo Atxaga, "Poemas e Híbridos", me lo regaló un buen amigo hace unos años. Un librito con las tapas negras brillantes, gastado por el uso, parecido a los poemarios de Carver. Un libro diminuto, que habita entre colosos de papel. En la primera página, una dedicatoria, una fecha. Muchas páginas tienen una señal para indicar los poemas que más le gustan. Siempre lo mantuve así. Cada persona deja sus marcas, a veces casi imperceptibles, en sus cosas. Un ligero aroma a un lugar lejano, unos momentos dedicados especialmente para tí al comprarlo y envolverlo. Unas líneas en una letra manuscrita, íntima.

Me impresionaron mucho estos poemas, los leía a menudo antes de acostarme. Leer poemas es una de las mejores formas de relajarse, entrar en un universo completo en miniatura. El mundo en un dedal. Algunos los pasé a mi libreta, como: "37 preguntas a mi único contacto al otro lado de la frontera" o "Henry Bengoa". Atxaga es un maestro con las palabras, crea su propio vocabulario. Un mundo nuevo y fascinante.

Es curioso, a veces las cosas desaparecen sin dejar rastro, una especie de "Triángulo de las Bermudas". Busqué en mi biblioteca, miré las filas interminables de libros, uno por uno. Quizás esté escondido en otra dimensión. A veces suceden cosas que no entendemos, y es mejor que sea así. Quizás tenga una nueva vida en un lugar desconocido, un lugar con otros aromas, otra luz, otras texturas. Quizás se encuentre en un rincón donde se juntan todas las cosas perdidas.
Probablemente se sentía un poco abandonado, y pensaba que últimamente le presté poca atención. Quizás sea una protesta silenciosa para demostrar que dedico demasiado tiempo a las imágenes y olvido un poco a las palabras. Las palabras se resienten por ello, necesitan amor y buenos cuidados.

No voy a llorar por él, pero siento una profunda pena. Lo único que le pido es que vuelva pronto. Voy a dedicarle la atención que se merece, leer despacio sus palabras de nuevo. Sola, en silencio.



domingo, 23 de noviembre de 2008

Un día lleno de silencio


Simplemente un domingo de invierno. Pero no es un día cualquiera: nieva. Un día blanco, lleno de silencio. Un día lleno de Jazz, de lentitud, de vacío y de palabras perdidas.

Un té caliente y unas velas encendidas traen calidez al aire. Afuera, la nieve sigue cayendo ininterrumpidamente, apenas se distingue el suelo. Hermosa y discreta, la Dama Blanca luce su vestimenta con elegancia, los caminos helados se abren a su paso. La Reina sonríe.

En su diminuta casa, la llama se agita intranquila y se pone de puntillas. Quiere escapar de su cárcel transparente, tocar el inalcanzable cielo. El té tiene un sabor a viajes exóticos: a jazmín, a coco, a clavo, a canela. Un aroma denso y lejano que desaparece en el olvido.

Lentamente, el cielo se pinta de azul oscuro entre los pedazos de blanco. No hay luces en el cielo. Las estrellas se escondieron, cansadas de brillar. Un frío cuchillo quemó sus destellos.

Es una eternidad en un día. Copos de algodón perezosos, que planean hasta posarse suavemente en el tiempo. Un día sin palabras, lleno de silencio.



sábado, 22 de noviembre de 2008

Y qué querías?


Casi todos los personajes de mis historias llegan al punto en que se dan cuenta de que el compromiso que les dieron juega un rol muy importante en sus vidas. Entonces, en un único momento de revelación, cambian la rutina de sus días. Es un fugaz momento en el que no quieren más el compromiso.
Y después de todo, ellos comprenden que nada cambió realmente.

"Y conseguiste lo que
querías en esta vida?
Lo conseguí.
Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra".

Texto: Raymond Carver

viernes, 21 de noviembre de 2008

La palabra más bonita


Surfeando en internet, me encontré con una web de una escuela de escritores. Un texto me llamó especialmente la atención, celebraron el Día del Libro escogiendo "La palabra más bella del castellano". Durante 21 días, 41.022 internautas votaron eligiendo su palabra favorita. También incluía una explicación de porqué la habían escogido.
La palabra más votada fue : "Amor", con 3.364 votos.
Le
seguían: "libertad", "paz", "vida", "azahar", "esperanza", "mamá", "madre", "amistad" y "libélula".

Algunas palabras me gustan sobretodo por su sonido. El significado es importante, pero para mí predomina su música. Si escuchas una palabra desconocida, puedes imaginarte al momento su significado, o dárselo, aunque se aleje mucho de la realidad. Hay palabras suaves como el terciopelo, palabras duras como la piedra, palabras con aroma a especias, palabras glaciales, palabras sensuales.

Algunas de esta lista tienen un sonido especial, como cascabeles. Otras traen el aroma a lugares o te hablan de una manera intíma, suave. Mis preferidas de la lista que publicaron, con 27 palabras que fueron las más votadas:"azahar" (5 lugar), "libélula"(10), "albahaca"(15), "susurro"(16), "lapisázuli"(24), "mandarina (25).

Palabras, un universo propio de vivencias, sonidos, música. Las palabras, frases, dicen mucho de las personas, reflejan su mundo interior. Unas frases intensas, íntimas, transparentes, poseen mucha más fuerza que mil imágenes. El poder de la palabra.


Texto y foto Rosa, http://www.flickr.com/photos/dadiva/

lunes, 17 de noviembre de 2008

Blues del invierno


El invierno se acerca
a pasos agigantados
inviernos vacíos,
interminablemente largos.

En el dormitorio
el buda sonríe
el niño de la postal
mira intrigado
una montaña de libros
espera
a ser rescatada de la soledad.

El músico maldito de Jazz,
insensible al tiempo,
nos observa
en blanco y negro
con la trompeta en mano.

Afuera,
luce un sol tibio
descolorido
gastado.

No espero el invierno
el manto de niebla
las calles silenciosas
y solitarias.

Añoro la primavera
el sol diáfano
la nueva vida que renace
los cielos claros
la energía en el aire.

Pero entonces,
habrán pasado los meses
y el reloj del tiempo
sigue tictaqueando.

Foto y poema: Rosa

domingo, 16 de noviembre de 2008

Quizá fuera verdad


"...también recuerdo a Buddy Willard diciendo, con una seguridad siniestra, que una vez que me casara me sentiría diferente, que no iba a querer seguir escribiendo poemas. Entonces pensé que quizá fuera verdad, que cuando uno se casaba y tenía hijos era como un lavado de cerebro, y que después una iba por el mundo sedada como un esclavo en un estado totalitario."

Texto: "La Campana de Cristal", Sylvia Plath


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Instantes


Hace un tiempo, de visita en casa de mi amiga en BCN, me llamó la atención un texto que tenía colgado en la pared de su dormitorio. Un texto que para mí resume la vida, en su pura forma. Este texto viajó conmigo en mi maleta y ahora se encuentra recogido en mi libreta a cuadros color salmón, verde y crema, sobre mi mesita de noche. Textos que me han impresionado, especiales. Me gusta leerlos sobretodo cuando el universo duerme y todo está tranquilo. Momentos.

Unas frases sencillas para compartir. Porqué compartir es una de las cosas más valiosas de la vida:
Si pudiera vivir nuevamente mi vida
En la próxima trataría de cometer más
errores.
No intentaría ser más perfecto, me relajaría
más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes,
contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas,
nadaría más ríos.
Iría a lugares a donde nunca he ido,
comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.

Yo fui de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente
cada minuto de su vida, claro que tuve
momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de
tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida.'
Sólo de momentos:
no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nuncan iban a
ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa llena de agua caliente, un paraguas y un
paracaídas:
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a
andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir
el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría
más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez
la vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me '
estoy muriendo.

Texto: "Instantes", José Luis Borges

domingo, 9 de noviembre de 2008

Un día de otoño


Me levanto temprano, salgo a correr. Se levantó la niebla. El aire es fresco y puro, una capa de escarcha cubre el césped, huele a mojado. Unos árboles medio desnudos se reflejan en un charco lleno de hojas caídas. En el río flota una calabaza enorme de color naranja vivo, entre el agua tejida de algas. Los patos nadan a su alrededor sin inmutarse, todo pertenece a la naturaleza.

Aspiro una bocanada de aire, cojo el ritmo, el cuerpo alerta, la mente vacía. Escucho el sonido de mis pies al pisar las hojas que crujen, a mi alrededor reina el silencio. Una lluvia de confetti de hojas tostadas celebra la llegada del otoño. Entre los árboles, una luz pálida intenta abrirse paso. Más lejos, vacas multiculturales pacen tranquilas como si hubieran estado siempre allí, congeladas en una pintura antigua, ajenas al paso del tiempo. Vacas marrones, con manchas, y una con lunares grises que me recuerda al caballo de Pippi Calzaslargas. De vuelta, en el campo junto al camino, unas gaviotas planean lentamente sobre una manada de caballos.

Y de nuevo el charco, las hojas cobrizas, los reflejos, el olor a mojado. Simplemente un día de otoño. Hojas caídas. Los dividendos bajan, los bancos quiebran, la gente intranquila. Pero la tierra sigue girando.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Barcelona, el mar quedaba lejos


Hace más de 25 años que salí de Barcelona y, sin embargo, parece que fue ayer. A veces idealizamos el pasado, lo que vivimos, hasta que llegamos a no saber diferenciar la realidad de un sueño. Mis recuerdos de Barcelona son de calles llenas, gente atareada, cielos azul vivo, vistas al mar, la agradable temperatura. Vida por doquier.

Cuando viajo a la ciudad, me gusta disfrutarla sobretodo paseando por los barrios antiguos, como el de Gracia. Deambular sin rumbo, lentamente. Ser parte de todo y, a la vez, observar desde fuera. Días tranquilos, relajados. Conversaciones con mi amiga junto a una botella de Cava.

La ciudad ha cambiado a lo largo de los años, se ha convertido en un destino de moda. Casi no reconozco la zona de Las Ramblas y el Mercado de la Boquería, llenos de turistas extranjeros.
Sin embargo, prefiero recordar a la Barcelona de siempre, a la Barcelona con alma, como en este poema de José Agustín Goytisolo:

"Conocí mi ciudad me habitué a ella
paseando contigo. Me gustaba
la escalera mecánica del metro
y también recorrer
sus tiendas y almacenes.

Era un mundo de luz
lleno de escaparates y puestos de periódicos
horchaterías taxis amarillos
avenidas que nunca terminaban
gente con prisa y niños
mayores como yo. El mar
quedaba lejos entre pájaros.

Un día
-aún recuerdo el aroma-
todo era fiesta y te compré una flor."

José Agustín Goytisolo, 'Barcelona: el mar quedaba lejos'


sábado, 1 de noviembre de 2008

El viento del Este


Algo sucede
un viento gélido sopla fuerte
me monto en la bicicleta
brazos helados me sujetan
y me impiden avanzar.

Recuerdos vuelven a mi mente
sueños de un río congelado
niños con sillas patinando
aroma a chocolate caliente.

Imágenes invernales
pinturas de colores lavados
figuras diminutas
deslizándose por los canales.

Fantasmas de la Antártica
me rodean, me sacuden
y me empujan en otra dirección
y yo, pedaleo fuerte sin parar.

Junto todas mis fuerzas
tenso los músculos,
el cuerpo inclinado
agujas de viento penetran
en mi piel.

Llegó el viento del Este.

Dádiva


Un día muy feliz.
La niebla se levantó pronto, trabajé en el jardín.
Los colibrís se demoraban entre las madreselvas.
No había cosa en la tierra que yo deseara poseer.
Sabía que no merecía la pena que envidiase a nadie.
Cualquier mal que hubiera sufrido, lo olvidé.
Pensar que una vez fui el mismo hombre no me molestaba.
En el cuerpo no sentía dolor.
Cuando me estiré, vi el mar azul y velas.
Czeslaw Milosz, "Dádiva"