Tan sólo una vez he visto
el sol ensangrentado de ese modo.
Y luego nunca más.
Con malos augurios se ponía en el horizonte
y parecía que alguien hubiera abierto de una patada
la puerta del infierno.
Pregunté por qué en el observatorio
y ya lo sé.
Conocemos el infierno, está en todas partes
y camina con dos patas.
Y el paraíso?
Puede que el paraíso no sea
sino una sonrisa
mucho tiempo esperada,
y una boca
que susurre nuestro nombre.
Y luego el breve momento de vértigo
en que a toda prisa podemos olvidar
ese infierno.
Jaroslav Seifert, "Tan sólo una vez..."