miércoles, 28 de enero de 2009

La clínica de la Cruz Roja


La muerte ronda sigilosa
vestida con su túnica transparente
un intenso olor a medicamentos
flota en el aire
En el pasillo, brillan las luces frías
de los fluorescentes
entre las puertas abiertas,
el suave murmullo de las visitas
se extiende y desaparece.
Es como el juego de la vida
uno gana y vuelve a casa.
Otro pierde.

Sólo a una manzana, junto a la Sagrada Familia
los turistas, ajenos a todo
sacan fotos, posan y sonríen
en el Paseo Gaudí, los papagayos de colores
chapurrean animadamente,
juegan y se divierten
bajo el cálido sol de diciembre.

Un olor penetrante me persigue
en la calle, en las tiendas, en el metro
entre las masas de gente
sueño con la vida, con los años infantiles
pero me sigue la muerte.

Me encuentro con ella, cara a cara
en el concurrido bar de enfrente
suena el teléfono: "ya terminó", me dicen.
Una sensación glacial me invade
mi cuerpo petrificado, no puedo moverme
todo sucede a cámara lenta
no hay pasado ni futuro, sólo presente.

Preparo la bolsa de lona con su mejor traje
los zapatos negros, bien lustrosos
saco el DNI y las fotos de sus nietos
de su monedero rojo.

En este juego de la vida no hubo suerte.
Ganó la muerte.


domingo, 25 de enero de 2009

Los locos lo consiguen mejor


La magia del sueño falla con frecuencia durante el día, porque hasta el mejor soñador, cuando está despierto, toma el mundo exterior más en serio de lo que debiera.
Los locos lo consiguen mejor; se declaran emperadores, dicen que su celda es un palacio y todo concuerda maravillosamente bien.

Nuestra meta es transformar mágicamente el mundo exterior, pero sin volvernos locos. No es fácil; pero, en cambio, hay poca competencia.

Herman Hesse


martes, 20 de enero de 2009

La única opción


Lo terrible de la miseria
es la inmovilidad
pasan los días y sigues sentado
sin hacer nada
las semanas los meses los años
y tú deseando

deseando todo quiero decir
con los codos apoyados
en el mostrador vacío
y la cabeza entre las manos
mirando a la calle
el asfalto que se derrite bajo el sol

Por la tarde hay demasiada calor y humedad
te bañas con una cubeta de agua
para refrescarte
y te sientes mejor

Con los años los deseos
amortiguan
y entonces optas por
la espiritualidad
la única opción es Dios
y todos dicen oh es
un sabio
cordero de Dios.

Llegamos al final
con la ilusión del movimiento
adheridos al mostrador vacío
apoyados sobre los codos
la gente entra
pregunta los precios
y salen y nadie compra y nadie vende
y así morimos
dulcemente.

Pedro Juan Gutiérrez, poeta cubano

lunes, 12 de enero de 2009

Oigo lo que no oyen los demás


Oigo lo que no oyen los demás,
pies descalzos pisando terciopelo.
Suspiros bajo el sello de una carta,
el estremecimiento de las cuerdas, cuando las cuerdas no
tiemblan.

Huyendo alguna vez de la gente
veo lo que no ven los demás.

El amor, vestido con la risa
que se oculta en las pestañas sobre los ojos.

Cuando todavía tiene copos de nieve en los bucles,
veo florecer la rosa en el rosal.

Oí al amor partir
cuando unos labios rozaron los míos por primera vez.

Jaroslav Seifert



miércoles, 7 de enero de 2009

Y comprendes


Hay instantes en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energías y posibilidades escondidas, y comprendes por qué has sido tan cobarde o tan débil.
Esos momentos constituyen puntos de inflexión en la vida. Llegan sin avisar, como la muerte o la conversión.

Sándor Márai, "La mujer justa"

lunes, 5 de enero de 2009

Poesía es...


Poesía es llegar al alma profunda de las cosas, hasta que te duela




viernes, 2 de enero de 2009

La mujer justa


Un día desperté, me incorporé en la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y un rayo de luz".

Sándor Márai, "La mujer justa"